miércoles, 7 de septiembre de 2011

El límite de la exageración


La aflicción y el hastío son tan parte de la vida como la felicidad y la alegría. Existen, no ha habido más antes o menos que ahora y no sabremos si habrán más paz o tristezas después.

Ante esa reflexión me explico a mi misma por qué exageramos el sentimiento. Entendiendo a las emociones como sentimientos racionalizados; cuando nos sucede algo triste, cuando perdemos al “amor de nuestras vidas” nos quejamos y lamentamos, sacamos las fotos, oímos las canciones más románticas, nos tiramos al drama. Estamos tristes y queremos estarlo más. Y cuando estamos contentos, queremos estarlo más, estamos pasándola bien, ¿por qué no más?.

Los seres humanos tenemos la inteligencia para ponernos límites, ¿por qué no lo hacemos?, no nos enseñaron de chiquitos, no nos acostumbraron, nos dejaron hacer lo que queríamos. Es buen tiempo para aprender cuando sí, cuando no, que sí y que no.

Se escucha frecuentemente: “¿qué le está pasando a este mundo?”. Pasa que todos queremos más, somos soñadores y al no tener límites el error es que llega el momento en que no interesa el cómo lograr lo que queremos.

Las cosas se disfrutan diferente y se valoran más si sabemos que se van a terminar algún día, y eso son de las cosas que tenemos por ciertas en la vida.