martes, 28 de diciembre de 2010

Gracias a lo que ha dejado el año.

Heme aquí al final del año, tirando cosas que no sirven, vaciando papeleras de reciclaje, escombrando, y también recordando.

Este año hice lo disfruté mucho, hice muchas cosas, cambié un par de veces de código postal y por ende de número de celular. Un par de propósitos no los cumplí, pero solo un par, las prioridades cambian. Igual de importante son las cosas que no hice porque no quise.

Conocí a muchas personas interesantes, desde creyentes recalcitrantes hasta agnósticos empedernidos y desde luego con muy variados gustos y fascinantes diferencias; artistas, políticos, deportistas, etc. En común, encuentro orgullosamente, que la mayoría, les guste o no lo que hacen, son personas muy trabajadoras e interesadas de alguna u otra manera por el país. Me divertí mucho; sufrí estrés como nunca antes, aun así, no enfermé; excepto el día de mi cumpleaños, no podía salir del baño, mientras los demás disfrutaban la fiesta, me golpeó la idea de que se me acaban los veintes... Me enamoré de mis actividades, de mi vida y de la Ciudad de México, me encantada en verdad.

En “el balance” lo más importante son las personas que forman parte de mi vida, a las que ya conocía y se consolidaron más, a las que conocí, a las que no frecuento más, a las que se fueron; todas significan en mi vida, todos y cada uno me han dejado recuerdos muy lindos. Y lo que menos olvido son aquellos han sido agradecidos conmigo. Por eso, cultivo el agradecimiento también de la existencia de todos los que han enriquecido mi vida, les agradezco mucho todo lo vivido.

A todos por medio del universo, les mando abrazos cariñosos, bendiciones y los mejores deseos. Viviendo el presente con el aprovechamiento de lo que se ha vivido, para que, si hay mañana, sea cada vez mejor.

jueves, 23 de diciembre de 2010

DIÁLOGOS ENTRE EL CORAZÓN Y EL CEREBRO I

PARTE I

Cerebro: - Mi querido corazón, me da mucha pena esto que te he estado haciendo últimamente. Sé que he saboteado las últimas relaciones que se te han presentado, pero es que ¿para qué?. La verdad es que es mejor evitarlas, no tienen ningún caso. Así te prevengo de muchas lesiones.

Corazón: - Estimado cerebro, no sé si el que me prevengas de rupturas sea lo mejor para mi; creo que si es la situación correcta me ayudará a madurar, y por otro lado, luego no estarás arrepintiéndote. Así que sabotear no creo que sea la mejor manera. Por favor piensa bien con quien sí y con quien no, antes de arruinar todo sin distinguir.

martes, 14 de diciembre de 2010

Reflexión en mi "campo de fuerza"

He escuchado muchas historias “de amor y de horror”, en las que un individuo pone mucha dedicación y empeño en una relación desde antes de que empiece, pero que, dadas las circunstancias y las características de la situación, se entiende que no llegarán a ningún sitio. El individuo insiste y en contra de todo, hasta de sí mismo, lucha por ganarse un lugar, adaptarse y/o adaptar al otro y enseñarle, sin que el otro aprenda mucho, a tener una relación de la cual alguno de los dos termina huyendo.
No sentí que lo perdía, sentí que estuve cerca de tenerlo, osea, que nunca lo tendría.
Esa tarde, mucho antes de que oscureciera, me metí en la cama. Quería crear un campo de fuerza entre mis cobijas para no desconcentrarme, para reflexionar el "para qué desperdiciar mi energía en él. ¿o con él?"
Recordé y aún recuerdo perfectamente el día en que lo conocí. Enseguida escuché dentro de mí: "drama, no mires, ese no, voltea para otro lado" y cerré los ojos para no oír.  Demasiado tarde, con todo lo que me robaba el aliento, pues mi cerebro no se oxigenaba igual, por lo tanto, me costaba mucho trabajo pensar; y con la “química” impresionante que tanto nos atraía el uno hacia el otro, pues, me dejé llevar, a algo que no existía pero ahí estaba. De repente yo ya sentía algo que la verdad desconocía, hacia alguien que no era yo.
Estaba en mi cama pero me repetía constantemente: “¡despierta!, ¡pon los pies en la tierra!. Lo que yo quería era pensar y no sentir, y mucho menos sentir algo que quien sabe que diantre era. Es más fácil pensar dentro de “mi campo de fuerza”, de esa manera logro retener mis pensamientos y evito que echen a volar; además, requería toda de la energía que pudiera juntar (sin sol y sin carbohidratos). Con todos los suspiros y el calor que se acumulaba, lo estaba logrando.
¿Será que hay gente que no sabe qué es que lo quieran, o simplemente no sabe lo quiere? ¿Será que somos adictos a eso? Al vértigo, al dolor. Yo no, me niego.
Respiro profundo, pero no me cabe todo el aire que necesito. Que rara esa sensación de romper algo. Que fea la incertidumbre.
Y ¿qué hago con todo este amor que tengo para dar?, siento como si se acabara para siempre, pero no, todo lo contrario, la realidad es que es muchísimo. Pues decido ponérmelo cómodamente a mi misma, en mi corazón. Ya habrá con quien compartirlo. ¡Qué bueno que elijo ser feliz!.

martes, 7 de diciembre de 2010

¿pARA qUÈ SIEMPRE y NUNCA?

         Quiero permitirme, (permítanme por favor) escribir dos palabras que no acostumbro usar, por aquello de evitar dramas y conflictos: SIEMPRE y NUNCA, las pondré en las siguientes oraciones:
  •  Es un hecho que lo que nos enseñan en la infancia no sirve siempre.
  • Las prioridades nunca están estáticas.
Todos los días (no siempre) antes de salir de mi casa, dejo mi cama arreglada y tendida. Mi madre, cuando yo era niña, me decía que si no se llevaba a cabo esa práctica se meterían bichitos y arañitas entre las sábanas. Obvio no tengo fobia a las camas desarregladas pero sí a las arañitas. Me he descubierto a mí misma, antes de dormir, revisando que no estén “bichitos y arañitas” entre las sábanas esperando pasar la noche conmigo.

Muchas veces (no siempre) vamos por ahí dando tumbos, dándole gusto a unos y a otros, aceptando un café cuando no tenemos ganas; y el café es lo de menos para los que no somos alérgicos, ¿qué cantidad de gente va tratando de agradar a otros?. ¿Para qué nos exigimos tanto si ni siquiera sabemos lo que queremos? ¿Para qué vamos atendiendo las necesidades de otros cuando ni siquiera nos lo piden?

El que me diga que nunca ha escuchado la frase “sé tu mismo” o “nunca cambies” en la vida, le doy un peso. Muchas gracias a los que lo dicen, sin embargo, no podría dejar de ser yo misma, tendría que morir.

Podemos "cambiar" algunas cosas, de hecho, mejor nos vale modificarlas en cuanto nos damos cuenta de que no sirven. Las acciones y las relaciones, mientras funcionen. Es una realidad, no podemos modificar a los demás, ni hacer que sientan tal o cual por nosotros.

Lo que sí podemos hacer es cambiar nuestra realidad. Soñar tan alto o lejos como queramos no es el problema; la manera, el cómo y qué estamos haciendo para lograr nuestras metas, es lo que realmente importa. Y no siempre lo que importaba ayer es lo que importa hoy, o importará mañana. Sin temor a lo nuevo o diferente, aunque no te lo hayan enseñado nunca, apréndelo.J

martes, 23 de noviembre de 2010

El amor a la literatura

   Entré al aula y me senté en las bancas de en medio. Acostumbraba hacer eso, era como darle el beneficio de la duda a la cátedra; ya después decidía si era de esas clases en la que podía hacer otras cosas a la vez, entonces iba alejándome hasta quedar atrás.

Esa clase fue diferente, esa me llevó hasta adelante. Fue casi tan encantador como cuando aprendí a leer; y digo “casi” porque aprender a leer ha sido de las mejores cosas que me han sucedido en la vida; recuerdo perfectamente que ya me sentía comunicada con el mundo, nadie me lo contaba, entendía por mí misma lo que decían  los espectaculares y letreros de la calle.

Justo cuando analizaba si mi carrera había sido un error o no, estaba ahí;  entre las lecturas de Carlos Fuentes, Nellie Campobello, los cuentos cortos y el teatro del absurdo, yo me sentía completamente enamorada de mi maestro de literatura. Cuando oía esas historias de alumnas que se enamoraban de sus maestros me parecían imposibles y hasta horribles, hasta que me sucedió a mí. Era joven y flaco, daba la apariencia de un director de orquesta cuando apasionadamente hablaba de este y aquel escritor y de este o aquel libro. Los leí todos. Las tareas eran la oportunidad para dar lo mejor de mí, lo hago siempre que me enamoro. Esperaba la retroalimentación y los comentarios sobre mis ensayos tan ansiosamente como el niño espera su helado mientras rellenan el cono. No importaba lo temprano que era la clase, yo siempre estaba ahí a tiempo y dispuesta.

Sentía que quizá a mis compañeras también les parecía interesante y hasta atractivo, pero podía jurar que a nadie le gustaba más que a mí. Y no me equivocaba. Fue cuando un día, platicando con un amigo, me comentó: “conozco a tu maestro de literatura, es amigo mío”. Sobra decir que mi corazón revoloteaba con el tema. “¿En serio?” le pregunté. “Sí”, me contestó, “no sabía que estaba dando clases aquí, dice que siente que le va muy bien, cree que su clase es interesante, que hay una alumna que siempre se sienta hasta adelante y le pone muchísima atención. ¿Quién será?”. ¡Era yo!. Vi perfectamente la imagen de mi misma admirándolo, con los codos apoyados en la banca y la barbilla detenida con mis manos para no cansarme. “Se refiere a mi, estoy locamente enamorada de él, bueno, no loca porque no pienso hacer nada al respecto, pero sí” confesé. Mi amigo y yo reímos tanto que mi corazón aterrizó. El maestro quizá ni siquiera sabía bien mi nombre, pero yo, me enamoré, me divertí y concluí que mi carrera no estaba del todo mal, me gustaba; y la literatura, mucho más que cualquier hombre.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Ando por aquí otra vez

Cuando tomé la decisión de iniciar un blog, lo hice con la intención de hacerlo con constancia, disciplina y de manera estructurada; un buen hábito. Me propuse: “Todos los martes publicaré algo”. 

Después de la última entrada que publiqué, me ocurrió lo que he escuchado puede ser común y que tanto temía: “el mal de los que escriben”. No había podido escribir. ¡Ya pasó el segundo martes y no he publicado nada!. Y no es que no tenga qué escribir, hay muchos temas para compartir, lo que pasa es que no salen las palabras y mucho menos las letras.

Esa última entrada fue sobre La Muerte, y ahí, tengo que confesar, me deshice. Por esa situación de perdida reciente, he estado triste, y como no he querido darme tiempo de deprimirme, mi cabeza ha cancelado la creatividad para mi blog.
“Solo yo puedo solucionar eso”, me dije. Pensaba, sin hacerlo, en volver a enfrentar el miedo de exponer mis sentimientos y pensamientos con mis seguidores (por cierto muy honorables todos, muchas gracias) y tomar el teclado con decisión y empezar. 

 Fue hasta ayer que estuve platicando con uno de mis mejores amigos, (bloggero también), despues de varios meses que no lo veía, por que no andaba por aquí... Me animó e invitó a reflexionar justo sobre lo que escribí en el blog anterior “el disfrutar a los que están conmigo en vida” y por qué no, si no estoy sola y cuento con ellos. Muchas veces sin pedir ayuda cuando la necesito, solo compartiendo tiempo y charla, me hacen mucho bien. Finalmente somos entes sociales, y estamos los unos para los otros. 

Entonces él lo sabrá al leer esto (porque sé bien que él me lee) que este escrito es para él, porque escuchándome ayer me ayudó a abrirme otra vez, para que sepa lo importante que es para mí y que cuenta conmigo, porque no tengo ninguna duda de su sincera amistad y también porque siento no tener tan buena memoria como él para acordarme de tantas cosas que hemos pasado juntos. Gracias, estas en mi corazón. *

martes, 2 de noviembre de 2010

La muerte

     Lo único que tenemos seguro en el momento en que llegamos a la vida. Tan irónica como incontrolable.
Mi capricho es pensar que cumpliendo pronto todo lo que me corresponde, haciendo todas las cosas y aprendiendo rápido en la vida,  mi  vejez no será larga y mi muerte será solemne.
Me he encontrado ante la difícil resignación de perder a alguien que me ha dado muchísimo amor, de no volver a ver a alguien con el que sentía contaba todo el tiempo, de ver desgastarse a una persona día a día por una enfermedad. “Déjalos ir”, dicen por ahí, y yo agrego: “aférrate a LA PAZ”.
A veces pienso que de esta vida, primero se van los más CHINGONES, y vienen a mi mente muchísimas personas. Si he llorado cuando se van, es por quienes nos quedamos, porque nos sentimos abandonados, por mí, por mi egoísmo, porque los voy a extrañar.
Siento que los retenemos con nuestros chantajes: “tu puedes”, “échale ganas”, “no nos dejes”, “qué voy a hacer yo sin ti”. Pero llega un momento en que se cansan de aguantar y se dejan llevar. Entonces vienen las culpas, les reclamamos el que nos hayan “abandonado”. Ellos probablemente podrían decir desde donde estén: -“¿y tú? ¿Por qué no me disfrutaste lo suficiente cuando estaba contigo?” “¿Quién mejor que tú para quedarse un rato más en la vida a honrar a los que ya nos fuimos?”*

martes, 26 de octubre de 2010

ENCONTRAR - LIGAR- ATACAR- PROBAR

(Cuidado: el contenido de estas historias es verídico).
Le sucedió a una amiga de una amiga de una amiga…
 A veces esta todo planeado para que sea perfecto, pero es solo un plan. El sujeto pasa por ella, abre la puerta (aquí quiero hacer un paréntesis, y es que yo no sabía que estaba saliendo con un amigo de años hasta que de pronto empezó a abrirme la puerta y acercarme la silla, ya sus intenciones eran otras…continúo) la lleva a uno de los restaurantes más caros y de renombre. Cena deliciosa, una botella de vino, ¿por qué no dos? Porque ¡NO! Porque dos es un exceso, con los nervios y la situación, ella se levantó y caminó tambaleándose hasta el baño. La rosa que le regalaron durante el postre fungió como maraca mientras mi salía gri-cantando del lugar mientras el sujeto la sostenía. ¿Quieren saber si el sujeto se la presentó a sus padres alguna vez? La respuesta es no.
El sujeto observaba durante un buen rato analizando todos sus movimientos, finalmente decidió acercarse, eso no fue sorpresa, la sorpresa vino después al escuchar por una hora la cantidad de tonterías que salían de su gran boca. “Quiero hacerte feliz”, “quiero que viajemos juntos”, “quiero que nos amemos por siempre, porque yo te amo”. Un insulto a mi inteligencia, pensó ella, pero ahí se quedó escuchando mientras pensaba en lo bien que estaría en su casa viendo una película o en cualquier otra situación. Obviamente no volvió  a ver al tipo nunca, pero al mes se enteró que el sujeto acababa de comprometerse para casarse.
Él decía: “yo no veo futbol, considérate una suertudota, a mí no me gusta venderme o vender una idea, yo soy tal como soy, no invento nada”. ..   Él, después de media hora de chistes machistas y de regañar desagradablemente al mesero, voltea con ella y le pide: “ahora dime algo bonito”. Ella: “si no hay nada bueno que decir es mejor callar”. Él ríe nerviosamente y pone cara de borrego a medio morir; ella agrega: “sin llorar putito” seguido de un golpe casual en el hombro.
Después de una desagradable decepción amorosa, un día después, se sentía lista para salir. Después de más de un par de tragos el sujeto la invita a bailar. Confundida y mareada por tanta vuelta es tomada fuertemente entre los brazos fuertes del caballero. La besó. Ella se separa contundentemente y pide un momento con sus dedos para después voltear la cabeza, mirar el piso y sí, vomitar…
No hay nada como la sencillez de la casualidad.*

martes, 19 de octubre de 2010

Las Bases del Todo

    En la playa, invitada a la reflexión, admirando el contraste de la pequeñez de un grano de arena y la inmensidad del océano; aturdida por el ruido de la gente y el sonido de las olas; me he encontrado con un libro que se titula: “Reinventa tu cuerpo resucita tu alma. Cómo crear un nuevo yo.”
Con temas como:
El cuerpo es energía,
la conciencia es mágica,
el amor despierta el alma,
sé tan ilimitado como tu alma,
el fruto de la rendición es la gracia.
Me sorprende la cantidad de libros de “superación personal” en existencia, y me da gusto que a la gente le funcione. Varias veces han desfilado libros de Deepak Chopra por mis manos y la verdad es que no logro pasar del capítulo primero. En este caso me incomoda el: “crear un nuevo yo”.
No quiero crear un nuevo yo. Siento como que tendría que morir y volver a nacer. Soy yo con todo lo que traigo, y así me acepto. Paso a paso, a pesar de las circunstancias y de la gente que me rodea, yo he ido tomando decisiones (si buenas o malas, lo dejaré para otra entrada); en lo posible, he creado mi vida . Sí, los humanos podemos crear.
Lo que sí quiero es: “hacer un mejor Yo cada día”. La esperanza es que cada ser humano busque lo mismo, armonía, ¡estar feliz! Tarde o temprano, o al final, volteamos la cara al universo (Dios, energía o cómo cada quien lo nombre) y lo buscamos pidiendo lo que queremos.
Y volver a lo básico es precisamente eso: pedir por favor, agradecer lo recibido y pretender el perdón del ofendido.
Lo he dicho más de una vez: “cuidado, piensa bien lo que pides pues es muy probable que lo obtengas”. Así trabaja todo, moviéndose, cambiando, llevándonos a las circunstancias necesarias, con maneras que no nos explicamos pues los sentidos humanos nos limitan.
¡Entregarse a la vida! Disfrutarla, respetarla, pedir, recibir lo bueno (porque a veces… neciamente, nos negamos a lo bueno), aceptar que no podemos controlarlo todo, que hay causas y consecuencias; eso es parte del amor al universo y al TODO que nos rodea.*

martes, 12 de octubre de 2010

Poniendo límites

      Nací primogénita, la primera hija, la primera nieta, la primera sobrina; en mi alrededor yo la más linda, la más querida, la que capturaba la atención de todos.  Todo era maravilloso, mi mundo armónico. Todo en el momento y en la cantidad que yo quisiera.
Un buen día nació mi primer hermano, luego otro, y otro, de repente ya estaba llena de ellos y, aunque “no me quitaban el trono”, como decía mi abuelita, esos seres  llorones, babosos y olorosos me ponían de mal humor, y como no, si mi mundo era tan tranquilo cuando ellos aún no llegaban a él. Ahora tenía que cuidarlos, compartir. La gente me decía, ¡qué divertido, ya tienes hermanitos con quien jugar!. Pero la realidad es que mientras más crecían, más querían hacer lo que se les daba la gana y no lo que quería yo; así los niños- adolescentes se convierten en creaturas casi ingobernables.  Aprendieron a contestar y a molestar. ¡Date a respetar! decían. Pero, ¿qué es darse a respetar en un mundo donde el varón puede hacer lo que quiera? O ¿quién es respetar? Dice el chiste…
Con el tiempo me di cuenta que, por ese extraño lazo amoroso o fraternal, los hombres de la familia no eran tanto el problema, aunque tenía que servirles, el problema eran los hombres a los que me iba a enfrentar después.
No entiendes por qué el nervio de salir con alguien que te gusta, no entiendes por qué se dificulta pedir un aumento, o algo tan sencillo como decir NO resulta tan complejo. ¡No importa!, a porrazos aprendes que lo más importante no es siempre agradar sino sobrevivir. Y vivir feliz no necesariamente implica hacer infelices a los demás o procurar la felicidad de quienes no quieren serlo.
¿Has oído hablar de “una colorada es mejor que mil descoloridas”?  Es eso, no permitir  humillaciones, o hacer lo que los demás quieren cuando tú no lo deseas. El principio de “tu libertad termina en donde comienza la del otro”. Entender que el otro no es menos que tú, ni un dios, es simplemente tan humano como tú y así merece ser tratado.
Así somos, siempre queremos más, hasta que duela.  Atascados nos dicen. En este mundo las personas piden “a gritos silenciosos”: límites. ¿Algún límite? Si no te los pones tú mismo, la vida te los pondrá, y si no se los pones a las personas a tu alrededor, por instinto pasarán sobre ti. *

Anexo musicalización para esta entrada  

martes, 5 de octubre de 2010

Mujer de papel

Hoy soy mujer de papel
He cerrado los ojos y me he convertido en  cometa
Cada una de las varitas que le sirven de soporte
Se han abierto y desplazado por el mundo y el universo entero
Hay partículas en el mar, en lagos y ríos
Otras se dispersaron en llanos y praderas
En bosques y selvas
Algunas otras fueron a parar a la luna
Muchas mas cayeron al infierno
Ese espacio inexistente, soñado, querido y temido a la vez
Tan perdido y encontrado en mis fantasías y realidades
Las más se fueron al sol y ahí encontraron un unicornio
Se metieron en su cuerno y, como en la fantasía medieval,
Se convirtieron en el mejor antídoto contra cualquier veneno

(M. Oviedo publicado en el Sem. El Cultural , Arizona, USA)

jueves, 30 de septiembre de 2010

Y, ¿QUÉ ES EL AMOR?


          Y aquí empiezo yo a escribir, en el hermoso planeta tierra, en dónde es admirable desde una hoja de cualquier planta hasta una parada de autobús. Aquí, el género humano acostumbra influir significativamente en los sentimientos de otros en nombre del amor, término que iremos conceptualizando más tarde, o mejor aún, ahora mismo. (Yo misma odio el que escribe así para querer captar la atención del lector).

Prosigo, amor, una idea, o una ilusión, los sistemas corporales actuando; la definición de esta situación me parece igual a la de un estornudo, orgasmo o vómito, no son lo mismo pero se habla de un estímulo o exaltación y aparecen palabras como violento e intenso.

Amor, llanamente llámese un sentimiento mayor a todos los demás. Propiamente no un sentimiento, si no algo más que un sentimiento que provoca a todos los otros (alegría, decepción, pasión, tristeza, etc.). Cada quien lo siente en diferentes lugares, en la boca del estómago (llámese mariposas), en el pecho, en la cabeza, en los genitales (por esto tiende a confundirse con el orgasmo), en los ojos, etc.

Al confundir el sentimiento aparecen muchos “tipos de amores”. Amor entre familiares, amigos, pareja, todos son válidos y todos deben nacer desde el amor propio que es el único amor incondicional; cuando falta se presentan vicios, uno de los más comunes es el egoísmo, buscar llenar los vacíos existenciales (o económicos) con otra persona; o el servilismo, un estado en el que hombre o mujer buscan a toda costa complacer al otro incluso por encima de su propia persona. Más de uno ha visto estas situaciones, o se han visto reflejados en ella. Algunos lo llaman baja autoestima y otros lo ven como una situación normal e incluso adecuada en la sociedad, más aún a algunas mujeres se les educa para complacer en todo al hombre.

En estos tiempos, a los falsos amores ya los conocemos, ya los identificamos y aún así nos dejamos caer en el error, ignoramos a nuestra voz interior. No tenemos excusa más que decir que perderse por amor vale la pena, supongo que al perderse muchas veces se encuentra a uno mismo. Distingamos, una cosa es perderse “en el amor” y otra muy distinta “en nombre del amor”.

Finalmente lo sabemos, esta es la trampa en la cual sí debemos caer: no hay mejor amor que el ser una persona libre y feliz compartiendo la vida con otra en iguales condiciones.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Al maestro de mi padre

[Esta primera entrada a mi blog es para el escrito que mi padre dedica a su maestro German Dehesa, el 3 de septiembre del 2010:]

                                                   
                                                    GERMAN    DEHESA    VIOLANTE
Así  es, ayer falleció a los 66 años, uno de mis mejores maestros de la preparatoria, me enseñó a leer, lo poco que hasta ahora he leído.
Nacido sin querer en el D.F. Era Veracruzano de corazón, alma y del resto del cuerpo, sobre todo de Tlacotalpan, la cual se encuentra en estos días sumergida, quizás fuera uno de sus últimos pesares, ver a esa hermosa ciudad en esas condiciones, incluyendo al emblemático Hotel Doña Lala y su famoso restaurante.
Maestro inquietito, quisquilloso, orejón y pelón, mirada de: “estudia, lee cabrón”, perfeccionista, sabelotodo,  porque así era.  Caído y desarrollado entre estudiantes, sus alumnos, algunos de ellos llevados a la desgracia moral de convertirse en malos políticos o servidores  públicos,  pero no por su culpa, sino para su regocijo posterior.  Metido con la sociedad de aquí y de allá y con la fauna política, hizo de sus y nuestras  desgracias y penurias,  una sonrisa, una risa y hasta una carcajada, habría que oírlo, habría que leerlo, nunca ha sobrado.
Lector y lector, pensador, científico, creador de agilísima mente con vía corta entre el pensamiento y  la  articulación de la palabra y fácil para la escritura, de agradable lectura para cualquiera.
No ha pasado, creo yo, desapercibido, ya que estaba comprometido socialmente y vigilante de las barbaridades de nuestros políticos, odiaba la hipocresía y a los informadores vendidos  y a los intereses mezquinos de unos cuantos.
Siempre de palabra conocedora, el maestro Dehesa, le daba su brochazo de chispa malévola e hilarante, a las calamidades sociales, al mal gobierno, a los ataques de la naturaleza y a la naturaleza atacada, a la salud y a la enfermedad y a todo lo demás.
 Ahora discutiendo con la muerte ha de estar, ¿pero por qué yo?, habiendo tantas sanguijuelas sociales y políticas que merecen estar contigo desde mucho antes, y además tengo cosas por hacer y por cambiar aún,  ¿y dónde voy a escribir? ¿y cuándo me toca hablar a mí?   

¿Por qué yo?

                                      Con mucho gusto maestro Germán.
                                                                                                                                   jcof