Y aquí empiezo yo a escribir, en el hermoso planeta tierra, en dónde es admirable desde una hoja de cualquier planta hasta una parada de autobús. Aquí, el género humano acostumbra influir significativamente en los sentimientos de otros en nombre del amor, término que iremos conceptualizando más tarde, o mejor aún, ahora mismo. (Yo misma odio el que escribe así para querer captar la atención del lector).
Prosigo, amor, una idea, o una ilusión, los sistemas corporales actuando; la definición de esta situación me parece igual a la de un estornudo, orgasmo o vómito, no son lo mismo pero se habla de un estímulo o exaltación y aparecen palabras como violento e intenso.
Amor, llanamente llámese un sentimiento mayor a todos los demás. Propiamente no un sentimiento, si no algo más que un sentimiento que provoca a todos los otros (alegría, decepción, pasión, tristeza, etc.). Cada quien lo siente en diferentes lugares, en la boca del estómago (llámese mariposas), en el pecho, en la cabeza, en los genitales (por esto tiende a confundirse con el orgasmo), en los ojos, etc.
Al confundir el sentimiento aparecen muchos “tipos de amores”. Amor entre familiares, amigos, pareja, todos son válidos y todos deben nacer desde el amor propio que es el único amor incondicional; cuando falta se presentan vicios, uno de los más comunes es el egoísmo, buscar llenar los vacíos existenciales (o económicos) con otra persona; o el servilismo, un estado en el que hombre o mujer buscan a toda costa complacer al otro incluso por encima de su propia persona. Más de uno ha visto estas situaciones, o se han visto reflejados en ella. Algunos lo llaman baja autoestima y otros lo ven como una situación normal e incluso adecuada en la sociedad, más aún a algunas mujeres se les educa para complacer en todo al hombre.
En estos tiempos, a los falsos amores ya los conocemos, ya los identificamos y aún así nos dejamos caer en el error, ignoramos a nuestra voz interior. No tenemos excusa más que decir que perderse por amor vale la pena, supongo que al perderse muchas veces se encuentra a uno mismo. Distingamos, una cosa es perderse “en el amor” y otra muy distinta “en nombre del amor”.
Finalmente lo sabemos, esta es la trampa en la cual sí debemos caer: no hay mejor amor que el ser una persona libre y feliz compartiendo la vida con otra en iguales condiciones.