jueves, 30 de septiembre de 2010

Y, ¿QUÉ ES EL AMOR?


          Y aquí empiezo yo a escribir, en el hermoso planeta tierra, en dónde es admirable desde una hoja de cualquier planta hasta una parada de autobús. Aquí, el género humano acostumbra influir significativamente en los sentimientos de otros en nombre del amor, término que iremos conceptualizando más tarde, o mejor aún, ahora mismo. (Yo misma odio el que escribe así para querer captar la atención del lector).

Prosigo, amor, una idea, o una ilusión, los sistemas corporales actuando; la definición de esta situación me parece igual a la de un estornudo, orgasmo o vómito, no son lo mismo pero se habla de un estímulo o exaltación y aparecen palabras como violento e intenso.

Amor, llanamente llámese un sentimiento mayor a todos los demás. Propiamente no un sentimiento, si no algo más que un sentimiento que provoca a todos los otros (alegría, decepción, pasión, tristeza, etc.). Cada quien lo siente en diferentes lugares, en la boca del estómago (llámese mariposas), en el pecho, en la cabeza, en los genitales (por esto tiende a confundirse con el orgasmo), en los ojos, etc.

Al confundir el sentimiento aparecen muchos “tipos de amores”. Amor entre familiares, amigos, pareja, todos son válidos y todos deben nacer desde el amor propio que es el único amor incondicional; cuando falta se presentan vicios, uno de los más comunes es el egoísmo, buscar llenar los vacíos existenciales (o económicos) con otra persona; o el servilismo, un estado en el que hombre o mujer buscan a toda costa complacer al otro incluso por encima de su propia persona. Más de uno ha visto estas situaciones, o se han visto reflejados en ella. Algunos lo llaman baja autoestima y otros lo ven como una situación normal e incluso adecuada en la sociedad, más aún a algunas mujeres se les educa para complacer en todo al hombre.

En estos tiempos, a los falsos amores ya los conocemos, ya los identificamos y aún así nos dejamos caer en el error, ignoramos a nuestra voz interior. No tenemos excusa más que decir que perderse por amor vale la pena, supongo que al perderse muchas veces se encuentra a uno mismo. Distingamos, una cosa es perderse “en el amor” y otra muy distinta “en nombre del amor”.

Finalmente lo sabemos, esta es la trampa en la cual sí debemos caer: no hay mejor amor que el ser una persona libre y feliz compartiendo la vida con otra en iguales condiciones.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Al maestro de mi padre

[Esta primera entrada a mi blog es para el escrito que mi padre dedica a su maestro German Dehesa, el 3 de septiembre del 2010:]

                                                   
                                                    GERMAN    DEHESA    VIOLANTE
Así  es, ayer falleció a los 66 años, uno de mis mejores maestros de la preparatoria, me enseñó a leer, lo poco que hasta ahora he leído.
Nacido sin querer en el D.F. Era Veracruzano de corazón, alma y del resto del cuerpo, sobre todo de Tlacotalpan, la cual se encuentra en estos días sumergida, quizás fuera uno de sus últimos pesares, ver a esa hermosa ciudad en esas condiciones, incluyendo al emblemático Hotel Doña Lala y su famoso restaurante.
Maestro inquietito, quisquilloso, orejón y pelón, mirada de: “estudia, lee cabrón”, perfeccionista, sabelotodo,  porque así era.  Caído y desarrollado entre estudiantes, sus alumnos, algunos de ellos llevados a la desgracia moral de convertirse en malos políticos o servidores  públicos,  pero no por su culpa, sino para su regocijo posterior.  Metido con la sociedad de aquí y de allá y con la fauna política, hizo de sus y nuestras  desgracias y penurias,  una sonrisa, una risa y hasta una carcajada, habría que oírlo, habría que leerlo, nunca ha sobrado.
Lector y lector, pensador, científico, creador de agilísima mente con vía corta entre el pensamiento y  la  articulación de la palabra y fácil para la escritura, de agradable lectura para cualquiera.
No ha pasado, creo yo, desapercibido, ya que estaba comprometido socialmente y vigilante de las barbaridades de nuestros políticos, odiaba la hipocresía y a los informadores vendidos  y a los intereses mezquinos de unos cuantos.
Siempre de palabra conocedora, el maestro Dehesa, le daba su brochazo de chispa malévola e hilarante, a las calamidades sociales, al mal gobierno, a los ataques de la naturaleza y a la naturaleza atacada, a la salud y a la enfermedad y a todo lo demás.
 Ahora discutiendo con la muerte ha de estar, ¿pero por qué yo?, habiendo tantas sanguijuelas sociales y políticas que merecen estar contigo desde mucho antes, y además tengo cosas por hacer y por cambiar aún,  ¿y dónde voy a escribir? ¿y cuándo me toca hablar a mí?   

¿Por qué yo?

                                      Con mucho gusto maestro Germán.
                                                                                                                                   jcof