Suena el celular, veo la pantalla, es un número extraño, dudé en contestar,
pero es tan enervante escuchar sonar algo en tu mano y no hacer algo al respecto.
Finalmente lo hice, contesté, un poco molesta y no sonreí como recomiendan
los grandes gurús de la auto superación personal.
-hola- digo.
- ¿enojada? – preguntan al otro lado de la línea.
Me sorprendo.
-¿sorprendida, curiosa, triste, feliz, alegre? – continúa la
grabación.
Pongo los ojos como platos.
-Buenas noticias, usted ha sido dotado de todo el paquete de
sentimientos desde antes de nacer, puede sentir esto cuando guste y sin justificárselo
a nadie, solo disfrute el sentimiento y no se pierda en ningún extremo de ellos;
compártalo. – cuelgan.
¿Qué fue eso?, ¿quién era? Sería mi Ángel Guardián, su voz
bien podría sonar así.
Era una grabación sin duda, pero ¿para qué a mi?. Una
llamada con buenas noticias, vaya, pocas hay de esas, normalmente las llamadas
son para resolver cosas, ni para saludar… ¿Puedo sentir lo que quiera, cuando
quiera, sin represión?
¿Será de esas cosas que pueden llamarse “milagros diarios”? ¡Debería sentirme como si me hubieran llamado para decirme que gané la lotería!.
Pues lo comparto.