miércoles, 29 de septiembre de 2010

Al maestro de mi padre

[Esta primera entrada a mi blog es para el escrito que mi padre dedica a su maestro German Dehesa, el 3 de septiembre del 2010:]

                                                   
                                                    GERMAN    DEHESA    VIOLANTE
Así  es, ayer falleció a los 66 años, uno de mis mejores maestros de la preparatoria, me enseñó a leer, lo poco que hasta ahora he leído.
Nacido sin querer en el D.F. Era Veracruzano de corazón, alma y del resto del cuerpo, sobre todo de Tlacotalpan, la cual se encuentra en estos días sumergida, quizás fuera uno de sus últimos pesares, ver a esa hermosa ciudad en esas condiciones, incluyendo al emblemático Hotel Doña Lala y su famoso restaurante.
Maestro inquietito, quisquilloso, orejón y pelón, mirada de: “estudia, lee cabrón”, perfeccionista, sabelotodo,  porque así era.  Caído y desarrollado entre estudiantes, sus alumnos, algunos de ellos llevados a la desgracia moral de convertirse en malos políticos o servidores  públicos,  pero no por su culpa, sino para su regocijo posterior.  Metido con la sociedad de aquí y de allá y con la fauna política, hizo de sus y nuestras  desgracias y penurias,  una sonrisa, una risa y hasta una carcajada, habría que oírlo, habría que leerlo, nunca ha sobrado.
Lector y lector, pensador, científico, creador de agilísima mente con vía corta entre el pensamiento y  la  articulación de la palabra y fácil para la escritura, de agradable lectura para cualquiera.
No ha pasado, creo yo, desapercibido, ya que estaba comprometido socialmente y vigilante de las barbaridades de nuestros políticos, odiaba la hipocresía y a los informadores vendidos  y a los intereses mezquinos de unos cuantos.
Siempre de palabra conocedora, el maestro Dehesa, le daba su brochazo de chispa malévola e hilarante, a las calamidades sociales, al mal gobierno, a los ataques de la naturaleza y a la naturaleza atacada, a la salud y a la enfermedad y a todo lo demás.
 Ahora discutiendo con la muerte ha de estar, ¿pero por qué yo?, habiendo tantas sanguijuelas sociales y políticas que merecen estar contigo desde mucho antes, y además tengo cosas por hacer y por cambiar aún,  ¿y dónde voy a escribir? ¿y cuándo me toca hablar a mí?   

¿Por qué yo?

                                      Con mucho gusto maestro Germán.
                                                                                                                                   jcof

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