GERMAN DEHESA VIOLANTE
Así es, ayer falleció a los 66 años, uno de mis mejores maestros de la preparatoria, me enseñó a leer, lo poco que hasta ahora he leído.
Nacido sin querer en el D.F. Era Veracruzano de corazón, alma y del resto del cuerpo, sobre todo de Tlacotalpan, la cual se encuentra en estos días sumergida, quizás fuera uno de sus últimos pesares, ver a esa hermosa ciudad en esas condiciones, incluyendo al emblemático Hotel Doña Lala y su famoso restaurante.
Maestro inquietito, quisquilloso, orejón y pelón, mirada de: “estudia, lee cabrón”, perfeccionista, sabelotodo, porque así era. Caído y desarrollado entre estudiantes, sus alumnos, algunos de ellos llevados a la desgracia moral de convertirse en malos políticos o servidores públicos, pero no por su culpa, sino para su regocijo posterior. Metido con la sociedad de aquí y de allá y con la fauna política, hizo de sus y nuestras desgracias y penurias, una sonrisa, una risa y hasta una carcajada, habría que oírlo, habría que leerlo, nunca ha sobrado.
Lector y lector, pensador, científico, creador de agilísima mente con vía corta entre el pensamiento y la articulación de la palabra y fácil para la escritura, de agradable lectura para cualquiera.
No ha pasado, creo yo, desapercibido, ya que estaba comprometido socialmente y vigilante de las barbaridades de nuestros políticos, odiaba la hipocresía y a los informadores vendidos y a los intereses mezquinos de unos cuantos.
Siempre de palabra conocedora, el maestro Dehesa, le daba su brochazo de chispa malévola e hilarante, a las calamidades sociales, al mal gobierno, a los ataques de la naturaleza y a la naturaleza atacada, a la salud y a la enfermedad y a todo lo demás.
Ahora discutiendo con la muerte ha de estar, ¿pero por qué yo?, habiendo tantas sanguijuelas sociales y políticas que merecen estar contigo desde mucho antes, y además tengo cosas por hacer y por cambiar aún, ¿y dónde voy a escribir? ¿y cuándo me toca hablar a mí?
¿Por qué yo?
Con mucho gusto maestro Germán.
jcof
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