martes, 12 de octubre de 2010

Poniendo límites

      Nací primogénita, la primera hija, la primera nieta, la primera sobrina; en mi alrededor yo la más linda, la más querida, la que capturaba la atención de todos.  Todo era maravilloso, mi mundo armónico. Todo en el momento y en la cantidad que yo quisiera.
Un buen día nació mi primer hermano, luego otro, y otro, de repente ya estaba llena de ellos y, aunque “no me quitaban el trono”, como decía mi abuelita, esos seres  llorones, babosos y olorosos me ponían de mal humor, y como no, si mi mundo era tan tranquilo cuando ellos aún no llegaban a él. Ahora tenía que cuidarlos, compartir. La gente me decía, ¡qué divertido, ya tienes hermanitos con quien jugar!. Pero la realidad es que mientras más crecían, más querían hacer lo que se les daba la gana y no lo que quería yo; así los niños- adolescentes se convierten en creaturas casi ingobernables.  Aprendieron a contestar y a molestar. ¡Date a respetar! decían. Pero, ¿qué es darse a respetar en un mundo donde el varón puede hacer lo que quiera? O ¿quién es respetar? Dice el chiste…
Con el tiempo me di cuenta que, por ese extraño lazo amoroso o fraternal, los hombres de la familia no eran tanto el problema, aunque tenía que servirles, el problema eran los hombres a los que me iba a enfrentar después.
No entiendes por qué el nervio de salir con alguien que te gusta, no entiendes por qué se dificulta pedir un aumento, o algo tan sencillo como decir NO resulta tan complejo. ¡No importa!, a porrazos aprendes que lo más importante no es siempre agradar sino sobrevivir. Y vivir feliz no necesariamente implica hacer infelices a los demás o procurar la felicidad de quienes no quieren serlo.
¿Has oído hablar de “una colorada es mejor que mil descoloridas”?  Es eso, no permitir  humillaciones, o hacer lo que los demás quieren cuando tú no lo deseas. El principio de “tu libertad termina en donde comienza la del otro”. Entender que el otro no es menos que tú, ni un dios, es simplemente tan humano como tú y así merece ser tratado.
Así somos, siempre queremos más, hasta que duela.  Atascados nos dicen. En este mundo las personas piden “a gritos silenciosos”: límites. ¿Algún límite? Si no te los pones tú mismo, la vida te los pondrá, y si no se los pones a las personas a tu alrededor, por instinto pasarán sobre ti. *

Anexo musicalización para esta entrada  

2 comentarios:

  1. Te entiendo perfectamente jajaja ser unica es algo unico jajaja, pero nimodo, hay que compartir...

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  2. no hay lugar posible, razón posible, mundo posible,son dueñas del cielo y la tierra y todo lugar, mújeres nos las entiendo,..... pero como las quiero..
    jota ce

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