miércoles, 6 de abril de 2011

Soñar o no soñar…


        Lo recordemos o no, siempre soñamos, todos lo hacemos, el cerebro no deja de trabajar. Y lo curioso del asunto, literal, es que no conozco persona que no le guste acordarse de sus sueños, no he visto persona que diga: “me estoy acordando de un sueño, noooo! No quiero”. A mi me divierte mucho recordarlos.

Yo me considero una persona con memoria selectiva pero en el caso de mis sueños, ellos eligen si los recuerdo o no.

Irónicamente los que más conflicto me causan son los que me ayudan a resolver situaciones, cuando pido perdón o hablo con alguien que extraño, calman de cierta manera pero al despertar y darme cuenta que no son reales, y que el problema, sigue ahí.

Los sueños reviven a la gente, aparecen las personas menos pensadas. El mejor fue cuando podía volar; y cuando sueño con besos y abrazos, es muy bonito. Y el más recurrente de mi infancia en el que llegaba un gigante a dónde yo vivía. He soñado con víboras que me muerden, con tigres; que una vez estaba encerrada en un cuarto azul y había arañas por todas partes de diferentes formas y colores. Varias veces he soñado también que estoy embarazada, coincidió que comí mucho antes de dormir.

Esos sueños sin control forman parte de la vida y de lo que somos y aunque a veces el cerebro no distinga si son reales o no, lo que soñamos despiertos es lo verdaderamente importante.

Qué quieres, qué te gustaría le pasara a tu vida, todo eso se vale soñarlo, sin hay límites, no se critican los sueños. Planearlos es lo importante, los límites y las críticas van a el CÓMO vamos a lograr nuestros sueños, qué camino debemos tomar para llegar a ellos. A dónde nos lleve la imaginación, que es la que ha llevado a la humanidad, hasta dónde nos encontramos ahora. ►

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